O CÉU EM NOSSA CASA
O CÉU EM NOSSA CASA
CONCIENCIA, RAZÓN, LIBERTAD
EL DORMITORIO
El dormitorio el lugar de la gran aventura. El encuentro con el otro
El dormitorio es la habitación del encuentro con el otro. De uno a dos, dice Chesterton, hay un abismo. No hay palabras para expresar la distancia infinita que hay entre estar solo y tener un aliado. Se puede conceder a los matemáticos que cuatro son dos veces dos; pero dos no son dos veces uno; dos son dos mil veces uno.
El lugar quizás más “peligroso” de toda la casa es el dormitorio, pues es el espacio del amor y del nacer, que son las mayores aventuras humanas. Este lugar es un puerto donde ocurren los encuentros y desencuentros más apoteósicos, las llegadas y despedidas. Acoger o rechazar, donarse o herirse, son cosas que acontecen en distancias cortas y marcan nuestras vidas; construyen una casa y una familia o la hacen infeliz y desgraciada.
El matrimonio es una aventura irreversible; casarse es comenzar a pertenecer a otro y esto es la felicidad. Es un gesto arriesgado, romántico, único, irrepetible e irrevocable. La cosa más grande que un hombre puede dar a una mujer es una promesa.
En la cama se encuentran dos cuerpos, con dos deseos de infinito; dos seres misteriosos e incompletos que buscan la felicidad y no pueden dársela plenamente. Solo el asombro permitirá susurrar delicadamente al ser amado: ‘¡qué bien que tu existes!’ y ,por el contrario, tratarlo como a un juguete, conducirá con el tiempo al maltrato, la incomprensión y al tedio, en definitiva a sentirse instrumentalizamos.
En ningún otro lugar de la casa se exige más conciencia, más razón, más sentimiento y más libertad que en el dormitorio del matrimonio. Allí se comparte un lugar que pertenece a dos personas, dadas una a la otra como un regalo gratuito; es fruto del amor y solo una gratitud infinita puede corresponder.
Tenemos que preguntarnos cada día: ¿Nos asombramos por esta persona que comparte la habitación con nosotros?; ¿la miramos como la primera vez?...
Chesterton dice que si un hombre sano se va a la cama, hágalo sin dar la menor excusa, y luego se levantará aún más sano que antes. La cama es para una persona normal el lugar del descanso y del placer. La cama es el lugar del ocio que resana del negó-cio. Es la negación de la eficacia o del activismo que hace la vida inhumana.
No hay momento más especial en el día que despertar reviviendo el regalo de un nuevo día, y el segundo en importancia es acostarse dejando que Dios siga cuidado del mundo. Estos dos momentos ocurren y tienen su templo en el dormitorio.
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