O CÉU EM NOSSA CASA
O CÉU EM NOSSA CASA
UN TRAMPOLÍN, UN PUENTE, EL UMBRAL
EL ESTUDIO, O EL DESACHO O EL ESCRITORIO
Hay más cosas en el cielo y en la tierra que en nuestros pensamientos
También trabajamos y estudiamos dentro de nuestros hogares. Quizás ahora, durante la pandemia que nos obliga a recluirnos junto a toda la familia, lo estamos haciendo como nunca antes.
Incluso en las casas más sencillas existe un lugar donde colocar los libros, los cuadernos, la computadora, los papeles. A este espacio lo podemos llamar oficina, estudio o escritorio.
Es en este “espacio”, que puede ser una habitación separada de las demás u ocupar un lugar en el dormitorio -o incluso en la esquina de la mesa en la sala-, donde se crea un ambiente personal y desde donde se afronta el mundo. Donde trabajan los niños, estudian los jóvenes, y donde todos los que usan computadoras cumplen sus cometidos.
Chesterton dijo que esta oficina no es un lugar cerrado sino un lugar abierto a la realidad y con ella, al infinito. Podemos considerarlo, en nuestra casa, como un trampolín, un puente, el umbral desde donde asomarnos al mundo. Es un lugar que nos permite observar y percibir los contornos del horizonte. La mente humana, en conexión con la realidad, se nutre de todo lo que encuentra, observa y conoce.
Miramos la mesa, donde ahora descansan los libros, la computadora, los lápices, los cuadernos y la agenda, más vacía de lo habitual.
Pero para que esta mesa sea realmente útil, no pueden faltar tres objetos fundamentales: un telescopio para ver lo infinitamente grande, un microscopio para ver lo infinitamente pequeño y un mapa para ver la inmensidad de la tierra donde vivimos.
Nada escapa a la golosa curiosidad del hombre, que espera poder conocer el cosmos, pero aún más conocerse a sí mismo. Esto parece estar más lejos que cualquier estrella.
El trabajo y el estudio nos revelan que hay más cosas en el cielo y en la tierra que en nuestros pensamientos, y que el gran desafío es conocerse a sí mismo a través de lo que hacemos.
Como la función de este lugar que estamos describiendo es ser un espacio personal para relacionarnos con la realidad y ser útiles al mundo, necesitamos cultivar un alma de poeta que, mirando al universo, no quiera reducirlo a sus propios pensamientos sino que quiere levantar la mirada al cielo, amando y acogiendo dentro de sí lo que le ofrece el infinito.
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